dimarts, 27 d’abril del 2010

MALDITO RELOJ

Tengo una duda existencial. Aunque se trata de algo que no me quita el sueño, me toca bastante la moral. Y, desgraciadamente, varias veces al día.

Me gustaría que alguien me contara por qué nunca veo el reloj del BBVA en posición de darme la hora -aunque en la foto sí que lo haga-. Es decir, ¿por qué, lo mire desde dónde lo mire, siempre se queda parado dándole la hora a los que están al otro lado? ¿Qué problema tiene conmigo? Eso sí, una de cada ocho veces que lo miro reconozco que se esfuerza en dar una vuelta. Y se para de nuevo otra vez. Pero mirando hacia el otro lado.

No me irritaría tanto lo que hiciera con su vida si no fuera porque demasiadas veces dependo de él. Es lo que tiene vivir y estudiar por el centro y pasar por delante suyo cada día. Cuando voy a clase con el tiempo justo y quiero saber si llegaré bien -y si me dará tiempo a echarme un último piti- miro el reloj y me da la espalda. Cuando estoy en una clase interminable y me giro disimuladamente para consultarlo, miro el reloj y me sigue dando la espalda. O cuando salgo corriendo de casa para coger un tren que pasa cada 30 minutos –aunque esto ya es cosa del fin de semana-, tampoco puedo saber si llegaré porque también me da la espalda. ¿Para quién dará la hora el p… reloj entonces? ¿Será porque no soy cliente de BBVA? ¿Habré agotado ya el cupo de veces para consultarle la hora? ¿Tal vez Murphy se ríe en toda mi cara? ¿Mal de ojo? ¿Estrategia de marketing para que me compre un reloj?

Quisiera pensar que hay otros motivos más razonables. Quizás es que el reloj funciona mediante un sistema de pedaleo y siempre que lo miro coincide con la hora del cigarrito del empleado que le da al pedal. Quizás el empleado que le da al pedal cobra poco y se niega a estar haciendo ejercicio todo el día. Quizás el empleado del pedal es el mismo que atiende en el mostrador del BBVA y sólo pedalea cuando no tiene clientes en la cola. O quizá se mueve gracias a las subvenciones que le da el Estado y por eso está casi todo el día parado.

Sea por lo que sea, creo que voy a terminar comprándome un reloj. Al menos, él no me girará la cara cuando lo mire.

1 comentaris:

Carlos ha dit...

Estimada María, aquí el duendecillo del reloj BBVA. ¿Sabe usted lo que supone mover el engranaje de este mecanismo? El único pedal que hay aquí es el que pillo cada noche. Porque durante el día no hago más que trabajar con las manos.
Toda una generación - desde el abuelo duende - ocupándonos de ofrecer la hora a miles de ciudadanos ingratos. Que estudian por el centro, se van de fin de semana a la playa y, además, tienen tiempo de hacerse 'pitis'. ¿De veras cree que todo cuanto le rodea debería estar pendiente de usted? ¿O sólo yo?
Lo crea o no, su gran duda existencial tiene forma de hombrecillo verde. Puequeñito y con mala leche. Hágame caso, María, cómprese un reloj. Seguro que las Subvenciones que le dan sus Padres le permiten hacerse con uno bien grande. Así no le dará mal de ojos ni podrá esconderse de usted.

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